
Para ser sincera, escribo este post con mucho temor. Sucede que tengo una duda existencial, ya desde hace muchos años, y pensando en qué escribir hoy, se me ocurrió plasmarla. Lo que me preocupa es que no tengo nada claro aún...no tengo una respuesta, y tal vez nunca la tendré; pero de repente eso es lo que hace interesante esta reflexión, permitiendo que ustedes(lectores) puedan dar su peculiar opinión.
Mi duda se centra en las siguientes dos teorías: Por un lado, "las cosas pasan por algo; Dios nos está queriendo decir algo; Dios o una fuerza exterior manda A que es malo para luego darnos cuenta que fue para que se dé B que es bueno". Por el otro "son casualidades, accidentes, hechos que ocurren paralelamente en el tiempo, que no necesariamente implican efecto-causa; se dan simplemente sin ningún motivo atrás (A y B no son A-->B). Frecuentemente usamos ambas teorías, las mezclamos sin darnos cuenta. Decimos que no podemos culpar a Dios por lo que sucede, que es una cuestión del azar; pero al instante decimos que las cosas pasan por algo y que hay que aprender lo que nos están queriendo decir.
De tales preguntas, se desprenden muchas otras, como: ¿Dios sabe lo que hace? ¿Dios nos envía la adversidad para darnos algo bueno luego? ¿En verdad encontramos el sentido a lo sucedido o es un simple consuelo? ¿Hay un destino/misión/camino trazado? ¿Y el azar? ... (...)
Las interrogantes se hacen infinitas. Intentando hacerme entender por ustedes, voy a escribir algunas ideas que redacté en un pasado, así como también voy a plasmar algunas ideas de otros autores. Todo esto en más de un post para no abrumarlos.
En primer lugar, quiero dejarlos con un texto de San Josemaría Escrivá de Balaguer (el cual encontré en un libro de Rafael Zavala que recomiendo mucho: Aprende a ser feliz). Dice: “El niño tonto llora y patalea cuando su madre hinca un alfiler en su dedo para sacar la espina que lleva clavada; el niño discreto quizá con los ojos llenos de lágrimas, porque la carne es flaca, mira agradecido a su madre que le ha hecho sufrir un poco para evitar mayores males. Hay veces que uno no se explica por qué le pasan tantas cosas malas, y no sabe que finalmente es por su bien”.
Este texto ejemplifica muy bien la relación que podemos tener con nuestro Padre: Dios. Nosotros somos como el hijo que no entiende el por qué del dolor y tenemos dos caminos, el culpar al Padre o el encontrarle sentido al sufrimiento, confiando en que sólo Él sabe lo que es mejor (ver post “Me habla”). Particularmente, comparto esta creencia; la cual muchas veces es reforzada con las experiencias de la vida, pero muchas otras veces es cuestionada. En los siguientes post, escribiré sobre este dilema y las ideas que alguna vez pensé. Mientras tanto los dejo pensando…¿Ustedes qué opinan?
Mi duda se centra en las siguientes dos teorías: Por un lado, "las cosas pasan por algo; Dios nos está queriendo decir algo; Dios o una fuerza exterior manda A que es malo para luego darnos cuenta que fue para que se dé B que es bueno". Por el otro "son casualidades, accidentes, hechos que ocurren paralelamente en el tiempo, que no necesariamente implican efecto-causa; se dan simplemente sin ningún motivo atrás (A y B no son A-->B). Frecuentemente usamos ambas teorías, las mezclamos sin darnos cuenta. Decimos que no podemos culpar a Dios por lo que sucede, que es una cuestión del azar; pero al instante decimos que las cosas pasan por algo y que hay que aprender lo que nos están queriendo decir.
De tales preguntas, se desprenden muchas otras, como: ¿Dios sabe lo que hace? ¿Dios nos envía la adversidad para darnos algo bueno luego? ¿En verdad encontramos el sentido a lo sucedido o es un simple consuelo? ¿Hay un destino/misión/camino trazado? ¿Y el azar? ... (...)
Las interrogantes se hacen infinitas. Intentando hacerme entender por ustedes, voy a escribir algunas ideas que redacté en un pasado, así como también voy a plasmar algunas ideas de otros autores. Todo esto en más de un post para no abrumarlos.
En primer lugar, quiero dejarlos con un texto de San Josemaría Escrivá de Balaguer (el cual encontré en un libro de Rafael Zavala que recomiendo mucho: Aprende a ser feliz). Dice: “El niño tonto llora y patalea cuando su madre hinca un alfiler en su dedo para sacar la espina que lleva clavada; el niño discreto quizá con los ojos llenos de lágrimas, porque la carne es flaca, mira agradecido a su madre que le ha hecho sufrir un poco para evitar mayores males. Hay veces que uno no se explica por qué le pasan tantas cosas malas, y no sabe que finalmente es por su bien”.
Este texto ejemplifica muy bien la relación que podemos tener con nuestro Padre: Dios. Nosotros somos como el hijo que no entiende el por qué del dolor y tenemos dos caminos, el culpar al Padre o el encontrarle sentido al sufrimiento, confiando en que sólo Él sabe lo que es mejor (ver post “Me habla”). Particularmente, comparto esta creencia; la cual muchas veces es reforzada con las experiencias de la vida, pero muchas otras veces es cuestionada. En los siguientes post, escribiré sobre este dilema y las ideas que alguna vez pensé. Mientras tanto los dejo pensando…¿Ustedes qué opinan?